Este entrada, no tiene nada que ver con ningún cuadro que haya pintado, pero como es una anécdota que me sucedió relacionada con uno que tenía en mente pintar, relacionado con mi serie de "Latas de Cerveza" pues he pensado contárosla.
Cuando terminé de pintar el cuadro de la lata de cerveza Cuzqueña para mi hijo Héctor, lógicamente David, mi otro hijo inmediatamente me dijo que él también quería uno, le dije que me sería imposible pintárlo en ese momento, ya que como estaba con los preparativos y todo el papeleo de la mudanza, no me daría tiempo, pero que no se preocupase que compraría una lata y ya en España se lo pintaría.
Llegó el momento de la mudanza y, aunque tenía en mente lo de la lata, todavía no había conseguido una, así que el primer día que comenzaron a embalar todo, a la hora de almorzar, me fui al bar mas cercano a casa, pedí un bocadillo y una lata de cerveza para tomar y una vez me la bebí, me la llevé conmigo. Al llegar la dejé depositada en la encimera de la cocina, y le dije al encargado de embalar todo que también la metiese en una caja.
El día iba transcurriendo, y cada vez que entraba en la cocina, la lata continuaba sin embalar, le dije que la metiese, y su contestación fue ¡Señora, pero si es una lata de cerveza vacía! Si, ya lo sé, le respondí, pero métala en la caja. Surgió efecto y la lata fue embalada y metida en una de las cajas.
Un mes después de mi llegada a España, llegó el contenedor con todas nuestras pertenencias. Muchas de ellas las tuvimos que dejar en un guardamuebles, a la espera de que nos diesen las llaves de nuestra casa en Navarrete.
En el mes de septiembre hicimos un viaje a La Rioja y dejamos todas las cajas en el garaje, fue un viaje rápido. Al llegar a Barcelona, lo primero que me preguntó mi hijo fue, si me había traído conmigo la lata de cerveza, mi respuesta fue que no, (no habíamos abierto ninguna caja)
En el mes de noviembre volvimos a viajar a La Rioja, con el ánimo de organizar y desembalar algunas de las cajas. Esta vez si que pude localizar la lata y algunas otras cosas que quería llevarme para Barcelona. Todas ellas las fui dejando encima de una mesa, pero con tan mala pata, que cuando nos marchamos todas ellas se quedaron allí.
Ya os podéis imaginar lo primero que me preguntó mi hijo al llegar a Barcelona ¿has traído la lata? entonces me dí cuenta que todo me lo había dejado allí olvidado. Pero le dije que no se preocupase, ya que cómo teníamos pensado ir a pasar allí las Navidades, y él también vendría con nosotros, pues seguro que esa vez si que no acordaríamos de traerla.
Pensamos que sería buena idea que yo me adelantase unos días antes de las Navidades, para así preparar un poco la casa y además calentarla. Mi suegro vino a buscarme al aeropuerto, y nada más entrar en su casa, con cara sonriente me dijo que tenía una sorpresa para mí "Ya verás ya verás" me decía, se metió en su habitación y salió llevando esto en su mano
Cuando terminé de pintar el cuadro de la lata de cerveza Cuzqueña para mi hijo Héctor, lógicamente David, mi otro hijo inmediatamente me dijo que él también quería uno, le dije que me sería imposible pintárlo en ese momento, ya que como estaba con los preparativos y todo el papeleo de la mudanza, no me daría tiempo, pero que no se preocupase que compraría una lata y ya en España se lo pintaría.
Llegó el momento de la mudanza y, aunque tenía en mente lo de la lata, todavía no había conseguido una, así que el primer día que comenzaron a embalar todo, a la hora de almorzar, me fui al bar mas cercano a casa, pedí un bocadillo y una lata de cerveza para tomar y una vez me la bebí, me la llevé conmigo. Al llegar la dejé depositada en la encimera de la cocina, y le dije al encargado de embalar todo que también la metiese en una caja.
El día iba transcurriendo, y cada vez que entraba en la cocina, la lata continuaba sin embalar, le dije que la metiese, y su contestación fue ¡Señora, pero si es una lata de cerveza vacía! Si, ya lo sé, le respondí, pero métala en la caja. Surgió efecto y la lata fue embalada y metida en una de las cajas.
Un mes después de mi llegada a España, llegó el contenedor con todas nuestras pertenencias. Muchas de ellas las tuvimos que dejar en un guardamuebles, a la espera de que nos diesen las llaves de nuestra casa en Navarrete.
En el mes de septiembre hicimos un viaje a La Rioja y dejamos todas las cajas en el garaje, fue un viaje rápido. Al llegar a Barcelona, lo primero que me preguntó mi hijo fue, si me había traído conmigo la lata de cerveza, mi respuesta fue que no, (no habíamos abierto ninguna caja)
En el mes de noviembre volvimos a viajar a La Rioja, con el ánimo de organizar y desembalar algunas de las cajas. Esta vez si que pude localizar la lata y algunas otras cosas que quería llevarme para Barcelona. Todas ellas las fui dejando encima de una mesa, pero con tan mala pata, que cuando nos marchamos todas ellas se quedaron allí.
Ya os podéis imaginar lo primero que me preguntó mi hijo al llegar a Barcelona ¿has traído la lata? entonces me dí cuenta que todo me lo había dejado allí olvidado. Pero le dije que no se preocupase, ya que cómo teníamos pensado ir a pasar allí las Navidades, y él también vendría con nosotros, pues seguro que esa vez si que no acordaríamos de traerla.
Pensamos que sería buena idea que yo me adelantase unos días antes de las Navidades, para así preparar un poco la casa y además calentarla. Mi suegro vino a buscarme al aeropuerto, y nada más entrar en su casa, con cara sonriente me dijo que tenía una sorpresa para mí "Ya verás ya verás" me decía, se metió en su habitación y salió llevando esto en su mano
Él es muy aficionado a las manualidades, hace un montón de cosas y, cada temporada le da por algo distinto. Por aquella época le había dado por los ceniceros hechos con latas de cerveza, y cada vez que veníamos a vistarle, nos volvíamos cargados con un montón de ellos.
En ese momento no entendía el por qué me estaba mostrando eso, sabía que se trataba de uno de sus tantos ceniceros que él suele hacer con latas de cerveza vacías, y lo extraño para mi, era que lo hiciese con tanta ilusión, y además nada más entrar en casa y estando yo todavía con las maletas en la mano.
Todo contento me dijo, "Te lo he hecho con una lata del Perú que tenías en tu casa" no os podéis imaginar la desilusión que en ese momento me llevé. Tuve que callarme y no decir nada, ya que para él tan sólo era. "Una lata de cerveza vacía"
Así que en esto se convirtió la lata de cerveza Pilsen Callao que vino del Perú, para ser pintada en un cuadro. Ahora la tengo guardada de recuerdo, convertida en un cenicero.
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