En el malecón de Miraflores, se encontraba este faro conocido con el nombre de El Faro de la Marina, era una de las zonas en las que solía pasear, ya que se encontraba en una de las más tranquilas y seguras de Lima.
Llevaba tiempo mirándolo, con ojos de artista, y ya que me encontraba metida en el mundo marino, me pareció buena idea transportarlo a un lienzo. Así que cogí mi máquina de fotos, y allí que me fui a captar algunas imágenes que me sirviesen de modelo.
Y aquí está, con el camino que lleva a su entrada algo torcido y desnivelado, pero que en su momento no supe mejorar. Tengo la norma de no retocar ni arreglar ninguno de mis cuadros, con el paso del tiempo he ido dándome cuenta de los errores cometidos en ellos, pero pienso que así es una forma de ver mis progresos. Aunque este podría arreglarlo, ya que nunca lo firmé. Igual es qué el aquél momento no me sentí completamente segura de él, pero como ha pasado tanto tiempo no recuerdo, el por qué no lo hice.
Lo que si que recuerdo es lo complicado que fue para mi el pintarlo, Ana Mª me decía que todo tenía que guardar una atmósfera, como ya os he dicho la copié de una foto, y ella me hizo poner unas pinceladas azules en los pinos. En ese momento, para mí era super complicado entender eso, si miraba la foto yo no veía nada de azul en los árboles, así que no la entendía. Tengo que reconocer que en aquél momento las puse, ya que ella me dijo que lo tenía que hacer, aunque yo nunca lo hubiese hecho. Pero con el paso del tiempo y después de leer y ver cuadros de los impresionistas comencé a entender lo que Ana Mª me explicaba.
Desde allí se puede disfrutar de unas magníficas vistas del Océano Pacífico. Por cierto, siempre me he preguntado el por qué de ese nombre, ya que sus aguas no tienen nada de pacíficas.
Y también de sus preciosos y coloridos atardeceres, como este tan precioso, que vi días antes de mi retorno a España
Justo por esos días acababan de inaugurar en el malecón de Miraflores, y muy cerca del Parque de los Enamorados,esta escultura, en donde se podía ver una preciosa puesta de sol, entre ella.
La pena es que me vine, y ésta es la única que pude hacer, igual alguna vez vuelvo, y entonces seguro que captaré una maravillosa puesta de sol. Eso sí, tendré que ir cuando en Lima sea verano, ya que por desgracia son muy pocos los días en los que se puede ver el sol en invierno.
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