Hoy os voy a hablar de Florina, era una señora peruana, que solía ver casi todos los días a la salida de clase, iba recogiendo del suelo trozos de madera que luego cargaba en su "lliclla", al igual que lo suelen hacer con sus niños cuando son pequeños.
Como esta vendedora que fotografié en el centro de Lima en el año 1994
Siempre que la veía me quedaba mirándola, y pensando que me encantaría poderla pintar. Un día se lo comenté a Ana Mª, y casualmente a los pocos días ella al salir de su casa se la encontró por allí merodeando, entonces le preguntó si quería venir a sus taller para hacer de modelo para mí, enseguida le dijo que si. Me puse muy contenta cuando me lo comentó, así que preparé todo y esperé que llegase Florinda para transportarla al lienzo.
Florinda posando para mí
Qué desilusión que me llevé cuando la vi, en lugar de venir tal y como yo la solía ver. Con sus ropas viejas y algo sucias, con un sombrerito de paja y cargando maderas a su espalda, apreció con sus mejores ropas, su limpia lliclla y con su mejor sombreo y, hasta nos sorprendimos al ver que se había puesto sortijas en sus dedos. Lógicamente, era comprensible, que ella pensase que lo que tenía que hacer era "ponerse guapa"
Le preparamos un lugar cómodo para posar y comencé a pintar, no veáis lo difícil que fue, ya que no se estaba quieta, no hacía más que moverse, y yo no hacía más que decirle, "Florinda no te muevas"
Florinda
Así es como quedó el cuadro, las patatas y el cesto salió de la imaginación, no recuerdo cuantos días vino a posar, pero cada día que lo hizo se le pagó como a cada modelo de las que solían venir a posar.
Supongo que para ella eso fue una nueva experiencia, a partir de entonces, durante un largo tiempo siempre me la encontraba al salir de clase, me saludaba y enseguida me pedía unos "solecitos" (el sol es la moneda del Perú)
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